miércoles, 3 de octubre de 2012

El Más Grande Nombre

Parece ser que el símbolo del Más Grande Nombre fue diseñado por 'Abdu'l-Bahá y realizado por Mishkín Qalam. Así lo indica Abu'l-Qásim Faizí en el punto 5 de su "Explicación del símbolo del Más Grande Nombre". Texto completo en inglés: http://bci.org/prophecy-fulfilled/grstname.htm "Uno de los creyentes que tuvieron la generosidad y el privilegio de alcanzar la presencia del amado Maestro ha registrado una de sus declaraciones orales que demuestra que este emblema fue iniciado por él. Nadie sino 'Abdu'l-Bahá podría haber diseñado este emblema, porque ¿quién más podría haber condensado tanto acerca del misterio divino en tan poco espacio y en tan pocas letras!"
Acerca de él 'Abdu'l-Bahá nos dice lo siguiente: Mishkín-Qalam ENTRE LOS exiliados, vecinos y prisioneros había también un segundo Mir 'Imád,56 el eminente calígrafo, Mishkín-Qalam.57 Manejaba una pluma negra como el almizcle, y su frente resplandecía con fe. Estaba entre los más reconocidos místicos y tenía una mente ingeniosa y sutil. La fama de este caminante espiritual llegó a todas partes. Era el calígrafo más destacado de Persia y muy conocido entre los poderosos; disfrutaba de una posición especial entre los ministros de la corte de Teherán, y tenía una sólida reputación entre ellos.58 Gozaba de fama por toda el Asia Menor; su pluma era el asombro de todos los calígrafos, pues era experto en todos los estilos caligráficos. Era, además, un cualificado astrónomo. Este hombre tan versado supo por primera vez de la Causa de Dios en Isfáhán, y el resultado fue que se puso en camino para encontrar a Bahá'u'lláh. Cruzó grandes distancias, dejando atrás millas sin cuento, escalando montañas, atravesando desiertos y cruzando el mar, hasta que al fin llegó a Adrianópolis. Aquí alcanzó las alturas de la fe y la certidumbre; aquí bebió el vino de la certeza. Respondió a la llamada de Dios, alcanzó la presencia de Bahá'u'lláh, ascendió a ese punto del apogeo en el que fue recibido y aceptado. Para entonces andaba tambaleándose como un borracho en su amor a Dios, y, debido a su violento deseo y anhelo, su mente parecía divagar. Era levantado y luego arrojado al suelo de nuevo; estaba como aturdido. Pasó un tiempo bajo el cuidado protector de Bahá'u'lláh, y cada día se derramaban sobre él nuevas bendiciones. Mientras tanto, creaba sus espléndidas caligrafías; copiaba el Más Grande Nombre, Yá Bahá'u'l-Abhá, Oh Tú, Gloria del Todoglorioso, con maravillosa habilidad, en muchas formas diferentes, y las enviaba a todas partes.59 Se le ordenó entonces ir de viaje a Constantinopla y ponerse en camino con Jináb-i-Sayyáh. Cuando llegó a esa Gran Ciudad, los persas y turcos importantes le recibieron al principio con todos los honores y quedaron cautivados por su arte caligráfico, negro como el azabache. Él, sin embargo, empezó a enseñar la Fe con osadía y elocuencia. El embajador persa le tendió una emboscada; dirigiéndose a los visires del Sultán, difamó a Mishkín-Qalam. "Este hombre es un agitador", les dijo el embajador, "enviado aquí por Bahá'u'lláh para provocar conflictos y cometer fechorías en esta Gran Ciudad. Ya ha ganado para sí a un gran grupo de personas, y pretende subyugar a más. Estos bahá'ís revolucionaron toda Persia; ahora han empezado en la capital de Turquía. El Gobierno de Persia pasó a 20.000 de ellos por la espada, esperando con esta táctica sofocar el fuego de la sedición. Ustedes deberían ser conscientes del peligro; pronto esta cosa perversa prenderá también aquí. Consumirá la cosecha de su vida; quemará el mundo entero. Entonces no podrán hacer nada, pues será demasiado tarde." En realidad, aquel hombre apacible y sumiso, en aquella ciudad, trono de Asia Menor, se ocupaba únicamente en la caligrafía y la adoración a Dios. Estaba esforzándose para producir camaradería y paz, no sedición. Pretendía reconciliar a los seguidores de los diferentes credos, no dividirlos aún más. Prestaba sus servicios a los forasteros y estaba ayudando a educar a la gente de allí. Era un refugio para los desventurados y para los pobres como el cuerno de la abundancia. Invitaba a todos los que acudían a él a la unidad de la humanidad; evitaba la hostilidad y la malicia. El embajador persa, sin embargo, ejercía un poder enorme y había mantenido lazos estrechos con los ministros durante mucho tiempo. Persuadió a una serie de personas para que se introdujeran en diversas reuniones y allí hicieran todo tipo de falsas acusaciones contra los creyentes. Incitados por los opresores, los espías empezaron a rodear a Mishkín-Qalam. Entonces, siguiendo las instrucciones del embajador, presentaron informes ante el Primer Ministro, afirmando que el individuo en cuestión estaba creando complicaciones día y noche, que era un elemento perturbador, un rebelde y un criminal. Como resultado, le encarcelaron y le expulsaron a Gallípoli, donde se unió a nuestro grupo de víctimas. A él le despacharon a Chiprey a nosotros a la prisión de 'Akká. En la isla de Chipre, Jináb-i-Mishkín estuvo prisionero en la ciudadela de Famagusta, y en dicha ciudad permaneció cautivo desde el año 85 hasta el 94. Cuando Chipre quedó fuera del dominio de los turcos, Mishkín-Qalam fue liberado y se dirigió hacia su Bienamado en la ciudad de 'Akká, y aquí vivió rodeado por la gracia de Bahá'u'lláh, realizando sus maravillosas obras de caligrafía y enviándolas a diversos lugares. En todo momento mostraba un espíritu alegre, estaba radiante por el amor de Dios, consumiendo su vida como una vela, y era un consuelo para todos los creyentes. Tras la ascensión de Bahá'u'lláh, Mishkín-Qalam permaneció leal, sólidamente establecido en la Alianza. Hizo frente a los violadores como una espada desenvainada. En ningún momento quiso saber nada con ellos; no temía a nadie más que a Dios; ni por un momento titubeó, ni jamás flaqueó en el servicio. Con posterioridad a la ascensión hizo un viaje a la India, donde se asoció con los amantes de la verdad. Pasó allí un tiempo, haciendo nuevos esfuerzos cada día. Cuando me enteré que cada vez podía valerse menos por sí mismo, envié por él en seguida y volvió a esta Más Grande Prisión, para gozo de los creyentes, que se sentían bendecidos por tenerle aquí de nuevo. Era en todo momento mi íntimo compañero. Tenía un brío asombroso, un amor intenso. Era un compendio de perfecciones: creyente, confiado, sereno, desligado del mundo; un compañero sin par, ingenioso, y su carácter era como un jardín en todo su esplendor. Por el amor de Dios, dejó tras de sí todas las cosas buenas; cerró los ojos al éxito, no quería comodidad ni descanso, no buscaba riquezas, sólo deseaba estar libre de la corrupción del mundo. Nada le ataba a esta vida, sino que pasaba sus días y noches suplicando y comulgando con Dios. Siempre estaba sonriente, lleno de vida; era el espíritu personificado, la encarnación del amor. En sinceridad y lealtad no tenía igual, ni en paciencia y calma interior. Era puro olvido de sí mismo, viviendo de los hálitos del espíritu. Si no hubiera estado enamorado de la Bendita Belleza, si no hubiera puesto su corazón en el Reino de Gloria, todos los placeres mundanos podrían haber sido suyos. Allí donde iba, sus muchos estilos caligráficos eran un capital sustancial, y su gran talento le reportó atención y respeto de ricos y pobres por igual. Pero estaba perdidamente enamorado del único verdadero Amor del hombre, y por ello estaba libre de todas las demás ataduras y podía ondear y remontarse en el cielo infinito del espíritu. Finalmente, estando yo ausente, abandonó este mundo oscuro y estrecho y se alejó velozmente hacia la tierra de las luces. Allí, en el refugio de la misericordia ilimitada de Dios, halló recompensas infinitas. Sobre él sean alabanza y salutación, y la gracia afectuosa del Supremo Compañero.

1 comentario:

Francisca Quintana Vega dijo...

Gracias, querida María.Preciosas creaciones nos muestras; deben ser aún más lindas al natural.
Un beso y recuerdos a tu familia.